viernes, 21 de abril de 2017

Elogio de la mentira

El padre jesuíta Francisco De Roux hizo dos actos de fe en su reciente reportaje con Yamid Amat que publicó "El Tiempo" en su edición del pasado 16 de abril, que puede leerse a partir del siguiente enlace: http://www.eltiempo.com/vida/educacion/entrevista-de-yamid-amat-a-francisco-de-roux-sobre-jesus-la-iglesia-y-la-paz-78224

El primero tiene que ver con temas religiosos en cuyos detalles no entraré en esta oportunidad, si bien se han prestado a no pocos comentarios que llegan hasta considerar como heréticas algunas de sus afirmaciones. Pero creo que es un debate que, por lo pronto, es ajeno a mis preocupaciones actuales. 

Me basta con señalar que proclama su fe en la resurrección de Jesucristo, que es, como lo expresé en mi último artículo para este blog, la piedra angular del credo cristiano.

Me interesa más su segunda proclamación, la de su fe en Santos, de quien dice lo siguiente:

"Como cualquier colombiano, tengo críticas al gobierno de Santos, pero siento profunda admiración por un Presidente que se jugó todo para que terminaran el conflicto armado y la victimización causada por la guerra. Y eso lo hizo sin mentiras, con seriedad, sin falsas expectativas, con paciencia y con un equipo muy profesional."

Sus palabras coinciden con las del Papa, quien ha dicho que Santos se la ha jugado toda por la paz. Pero De Roux agrega que lo ha hecho "sin mentiras, con seriedad, sin falsas expectativas y con un equipo muy profesional", todo lo cual a juicio de muchos no deja de ser una sarta de falsedades o, por lo menos, de deplorables manifestaciones de candidez. 

En efecto, si algo ha estado ausente en el proceso que se ha adelantado con las Farc es la verdad.

Lo acaba de afirmar Alberto Velásquez Martínez en su escrito hebdomadario para "El Colombiano", el último de los cuales aparece bajo el título de "Verás que todo es mentira".(Vid.http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/veras-que-todo-es-mentira-XB6355101).

Mentirosos han sido Santos y las Farc a todo lo largo de los diálogos de La Habana y del farragoso mamotreto de 213 páginas que suscribieron a guisa de "Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera", con el que de hecho se sustituye la Constitución Política de 1991 y se asesta un golpe mortal a nuestra institucionalidad.

En una admirable presentación que hizo en estos días la senadora Thania Vega ante la Tertulia Conservadora que se reúne cada semana en el Hotel Sheraton de Medellín, puso de manifiesto ella las mentiras más protuberantes en que ha incurrido Santos, cuya palabra se ha devaluado hasta el punto de que ya ni Maduro le cree. 

La presentación de la distinguida senadora puede verse a partir del siguiente enlace: https://drive.google.com/file/d/0Bw-sbvEPSlKUT0N0RklGWHhjNXM/view

Más mentirosas han sido, desde luego, las Farc, al reiterar a diestra y siniestra que no son narcotraficantes, a la vez que afirman su propósito de integrarse lealmente al escenario político manteniendo su credo marxista-leninista y su objetivo de tomarse el poder dizque en aras de la refundación de Colombia.

"La verdad os hará libres", enseña el Evangelio (Jn. 8:32), lo cual significa, entre otras cosas, que la mentira esclaviza y acarrea la perdición. Es por ello que el mismo Evangelio caracteriza a Satanás como el "Padre de la Mentira"(Jn. 8:44). 

Por consiguiente, cuando el padre De Roux se pone del lado de los mentirosos no sirve la causa de Dios, sino la del que san Ignacio de Loyola denominaba el Enemigo Malo.

Otra gran ausente de lo convenido por Santos con las Farc es la justicia.

No sé cómo hace el padre De Roux para afirmar sin las debidas precauciones que el Acuerdo Final no crea falsas expectativas, cuando median tantas dudas bien fundadas acerca de si con el mismo se alcanzará para el agobiado pueblo colombiano la paz que tanto anhela.

Con la gracia cartagenera que lo caracterizaba, decía Raimundo Emiliani Román que la Constitución de 1991 está plagada de infusorios, entendiendo por tales unos corpúsculos capaces de desarrollar potencialidades dañinas. Si ello resulta cierto en lo que toca con lo que he denominado siempre como el "Código Funesto", mucho más lo es acerca del NAF con el que el tahúr Santos, haciendo gala de sus habilidades para la trampa, pretendió hacerle el quite al rotundo No con que el pueblo rechazó el Acuerdo Final que sometió a su consideración.

Si bien el texto del NAF abunda en declaraciones de buena voluntad y amables intenciones, cuando se hace el trabajo de separar en sus enunciados la paja del grano el panorama se torna amenazante a más no poder. Ya lo han dicho voces autorizadas que observan que el núcleo de lo acordado está concebido para que las Farc se alcen con el poder. Todas las garantías son para los guerrilleros y ni una sola hay para obligarlos a cumplir lo suyo.

No entiendo cómo la jerarquía eclesiástica se ha tragado lo de la imposición de la ideología de género como normatividad más que constitucional, supraconstitucional, a guisa de hacer parte de un acuerdo especial dizque amparado por el Derecho Internacional Público. Tampoco entiendo cómo la Corte Constitucional, que en otras oportunidades se ha mostrado tan celosa en la guarda de la integridad del espíritu de la Constitución, se ha prestado a que se la sustituya con algo tan burdo y ominoso como el NAF.

Pero a medida que la gente vaya experimentando sus nocivas consecuencias, algo parecido a la "organización de la anarquía", que dijo Taine que fue el resultado de la Constitución francesa de 1791, se irán dando también sus reacciones.

Dejemos que el torrente siga su fatídico curso de destrucción; que la JEP mantenga la impunidad de las Farc y persiga con saña a sus contradictores; que el general Naranjo ponga en acción la Gestapo y los Gulags previstos para proteger a los guerrilleros y amilanar a quienes se considere como sospechosos de ser enemigos de la paz; que el efecto de la reforma electoral sea fortalecer el castrochavismo; que la economía se suma en la más profunda de las crisis, etc. Entonces, como dice el Evangelio refiriéndose a algo que es desde luego más serio, vendrán el llanto y el crujir de dientes. La atroz película de lo que ahora vemos que sucede en Venezuela tendrá entre nosotros una continuación aún más espeluznante.

Estas no son falsas expectativas, sino previsiones que cuentan con amplios márgenes de probabilidad. 

Santos está exponiendo al país a lo peor, al negarse a admitir la opinión mayoritaria de los colombianos y pretender imponerles sobre la base de mentiras, engaños, trapisondas y rabulerías un Acuerdo Final perverso y deletéreo.

Sigo pensando que el padre De Roux, al igual que otros eclesiásticos, se ha puesto más del lado de los lobos que del de las ovejas.





sábado, 15 de abril de 2017

"...Al tercer día resucitó de entre los muertos..."

Según se afirma en sendos escritos que publicó "El Colombiano" en esta semana, esto que proclama el Credo de Nicea no pasa de ser un mito, una superstición. Pero es la piedra angular de la fe de la inmensa mayoría de quienes nos consideramos cristianos.

Nuestra fe no se basa en hechos legendarios cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, sino en un acontecimiento histórico que, desde luego, es susceptible de discutirse, pero cuenta con el respaldo de lo que en la jerga del Derecho probatorio se dice que ofrece "serios motivos de credibilidad".

Lo que relatan los Evangelios canónicos es rico en detalles de tiempo, modo y lugar. Ahí no se habla de algo que se fue incubando en la memoria de las primitivas comunidades cristianas, primero como una suposición y después como ingrediente de una tradición consoladora, sino de un hecho que impactó decisivamente a los discípulos de Nuestro Señor Jesucristo, a punto tal que se dieron a la tarea de anunciar por doquiera que iban la buena nueva del advenimiento del Reino de Dios. Y, según las tradiciones más autorizadas, todos ellos, con la excepción de San Juan, corroboraron su testimonio sometiéndose al martirio.

¿De dónde extrajeron su perseverancia hasta lo último, sino del hecho de haber sido testigos presenciales de la resurrección? No fue que hubieran robado el cuerpo del Crucificado, ni se hubieran puesto de acuerdo para urdir una patraña en la que se jugaban la vida misma. Ocurrió que quien estuvo sometido al suplicio más infamante que a la sazón se conocía se les manifestó en forma corporal, no como un fantasma, sino como un ser vivo, aunque dotado de características sobrenaturales.

Como los escépticos ponen en duda la autenticidad de los relatos evangélicos, ahí están para corroborarlos las Epístolas de San Pablo y los Hechos de los Apóstoles, así como la tradición de la Iglesia, tanto la católica como la ortodoxa y la copta, y la Sábana Santa de Turín. No menciono las iglesias protestantes, porque ellas proceden del siglo XVI en adelante y, así aleguen que quieren restaurar el espíritu original de del cristianismo, les falta esa fuerza vital que confiere una tradición vieja de siglos.

Tengo para mí que el testimonio de San Pablo es decisivo. En 1Cor 15,14 lo afirma de modo tajante:"Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe".

San Pablo experimentó la aparición del Resucitado. Lo que le ocurrió no fue una alucinación, como lo escriben por ahí algunos que pretenden demeritar su testimonio, sino una presencia real, similar a la que se ha manifestado en múltiples apariciones marianas. A Bernadette y los pastorcitos de Fátima pretendieron intimidarlos para que negaran haber visto a Nuestra Señora y aceptaran que lo que decían eran imposturas inventadas por unos sacerdotes embaucadores. Se mantuvieron firmes en lo dicho, y ahí están Lourdes y Fátima como evidencias palpables de la acción celestial sobre las realidades mundanales. La misma intimidación sufrieron los videntes de Medjugorje, a quienes se sometió a intensos exámenes psiquiátricos y neurológicos que dieron como resultado que no solo estaban sanos de mente, sino que efectivamente veían y oían algo que no estaba al alcance de quienes los rodeaban.

Hay mucha documentación sobre estos temas. Es de fácil acceso a través de Youtube lo que ha investigado el Dr. Ricardo Castañón Ph. D., quien superó su ateísmo al acercarse al estudio de numerosos fenómenos místicos. Si alguien tiene oportunidad de conseguirlo, le recomiendo el libro de Jean Guitton y Jean-Jacques Antier que lleva por título "Les Pouvoirs Mistérieux de la Foi" (Perrin, Paris, 1993). Dudo que después de leerlo se atreva a decir que todo lo que se afirma en la esfera religiosa es mitología y superstición.

Lo que le aconteció cuando iba camino de Damasco a perseguir a los cristianos cambió radicalmente la vida de San Pablo. Pero no fue de buenas a primeras como se convirtió no solo en el Apóstol de los Gentiles y, según ciertos autores, en quien dio impulso decisivo al cristianismo tal como lo conocemos y lo profesamos. Su tránsito hacia la fe cristiana fue fruto de una lenta y progresiva maduración, animada desde luego por dicha aparición. Pero esta no fue la única, pues él mismo habla de otras apariciones y del Evangelio que le transmitió el propio Nuestro Señor Jesucristo, así como de la experiencia que tuvo cuando fue arrebatado a lo que llamó el tercer cielo.

A los críticos de las narraciones evangélicas hay que preguntarles si también las Epístolas de San Pablo y los Hechos de los Apóstoles, que afirman la fe temprana en el hecho rotundo de la resurrección, relatan acontecimientos simbólicos o figurados que no sucedieron realmente, sino que se inventaron para consolar a los afligidos seguidores del Crucificado o difundir un nuevo credo llamado a competir con la religiosidad popular imperante en una sociedad esclavista.

La Sábana Santa de Turín y la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe constituyen, según afirma Paul Badde, quien las ha estudiado en detalle, los dos testimonios físicos más contundentes de la presencia de lo sobrenatural entre nosotros. Tengo a la mano uno de sus libros, "Maria of Guadalupe, Shaper of History, Shaper of Hearts" (Ignatius Press, San Francisco, 2008); el otro quizá se fue con la biblioteca que tuve que liquidar a raíz de las vicisutudes a que la Providencia me ha sometido para probarme en estos últimos años. 

Habría que añadir los milagros eucarísticos que ha investigado con rigor el Dr. Castañón y los sorprendentes fenómenos de efusiones de sangre, lágrimas, aceites perfumados o mirellas que brotan de imágenes de Nuestro Señor Jesucristo o de la Santísima Virgen María, de algunos de los cuales yo he sido testigo presencial.

Para debilitar la evidencia que ofrece la Sábana Santa de Turín andan diciendo por ahí que su origen es medieval, que la imagen que está impresa en ella la pudo haber pintado un genio de la tecnología como fue Leonardo y otras hipótesis a cual más aventurada. Pero los hechos son tozudos y la pieza exhibe detalles asombrosos que coinciden con la idea de que envolvió el cuerpo de alguien que fue crucificado hace cerca de 2.000 años en Palestina y dejó misteriosamente grabada su figura en ella.

A través de Amazon puede conseguirse el libro de Lee Strobel que titula "El Caso de Cristo: Una investigación exhaustiva" (https://www.amazon.com/caso-Cristo-investigaci%C3%B3n-periodista-evidencia-ebook/dp/B000SF2ZT6).

Resulta que Strobel abordó el tema con el ánimo de demostrar la superchería de las creencias cristianas. Lo hizo como periodista investigador y tuvo que rendirse, como el Dr. Castañón, ante la evidencia: los documentos históricos acreditan razonablemente que Nuestro Señor Jesucristo padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado ...y "al tercer día resucitó de entre los muertos".

lunes, 3 de abril de 2017

Charlas de Barbería

Mi caro amigo William Calderón, que oficia tanto de barbero como de barquero, tuvo la amabilidad de invitarme a charlar con él y mi otro viejo amigo, el profesor Juan Manuel Serna, en su programa "La Barbería", que se transmite por Teleantioquia.

William hace un programa jocoso. De hecho, parece hacerle cosquillas a uno cuando lo sienta en la silla; además, le jala la lengua, como para que no queden pelos en ella. Pero, burla burlando, da lugar en la charla a que se digan cosas serias, y es a ellas a las que quiero referirme en esta reseña.

Para abrir la sesión, me espetó esta pregunta: ¿Qué vamos a hacer con la Corte?

Le respondí mencionando un excelente escrito que publicó José Manuel Acevedo en "El Tiempo" hace unas semanas. La Corte Constitucional ha perdido toda su respetabilidad. El país ya no puede confiar en que ella ejerza la guarda de la integridad de la Constitución, pues le ha dado luz verde al desbarajuste institucional que ha traído consigo el NAF (Nuevo Acuerdo Final con las Farc). Por eso escribí a fines del año pasado que se asemeja a la "Corte de los Milagros" de que tratan Víctor Hugo y don Ramón del Valle Inclán. Sus volteretas interpretativas han dado lugar a que Colombia ya no esté sometida a un régimen constitucional, sino a un gobierno de facto que obedece al capricho arbitrario de Santos y las Farc, pero no a una normatividad superior. No lo digo yo, que soy un deslenguado. Lo dan a entender en términos más medidos juristas tan ponderados como Jaime Castro y José Gregorio Hernández, entre otros.

Mi interlocutor, blandiendo su barbera, se preguntó entonces sobre la calidad de quienes hoy son responsables de la suerte del país. Evocó a personajes ilustres del pasado, que suscitaban respeto y admiración en la ciudadanía. 

Le observé que con Santos y sus secuaces Colombia anda en muy malas manos, ya que hasta el calificativo de sinvergüenzas les queda pequeño. Un Carlos Lleras Restrepo, por ejemplo, era modelo de seriedad, no obstante sus errores. Santos, en cambio, es un personaje frívolo a más no poder. Y de la misma calaña son los que lo rodean.

Ya no recuerdo si fue William o fui yo el que trajo a colación al profesor López de Mesa, a quien tuve oportunidad de visitar varias veces cuando iniciaba mis estudios universitarios a principios de la década de 1960, pues tenía una buena relación con mi padre. Recordé en nuestra charla la tristeza que embargaba al anciano y venerable profesor  en una intervención que tuvo en el paraninfo de la Universidad de Antioquia, en la que deploraba que en Colombia estuviera despareciendo esa noble virtud española, la del señorío. Hoy, presenciando lo indecorosos e inverecundos que son Santos y su cohorte de seguro que moriría de pena moral.

El barbero tornó a burlarse del Príncipe de Anapoima, como le dicen a Santos, y de las ínfulas virreinales de Sergio Jaramillo Caro, que amonestó a nuestro gobernador cuando este, en ejercicio responsable de sus funciones, pretendió enterarse de lo que está sucediendo en las zona de concentración de las Farc, que algunos llaman con buen sentido zonas de tolerancia.

Hube de decirle que si acá tuvimos hace años un Papa en Barbosa, el extravagante Pedro II, que andaba por los pueblos vecinos impartiendo la bendición Urbi et Orbi y terminó encerrado, según comentario del profesor Serna, en el manicomio de Aranjuez, no ha de extrañarnos que tengamos ese Príncipe en la Casa de Nariño y que a su servicio esté haciéndose sentir un descendiente de las estirpes de los Caros y las Ibáñez.

"¿Qué opina del nuevo conquistador que nos ha llegado, el español Santiago?", pregunta William con aire socarrón. Le respondo que ahora nos tratan como si recién estuviésemos saliendo del estado de naturaleza y pretenden embobarnos con espejitos y abalorios, como hicieron los primeros conquistadores con nuestros aborígenes. Entonces, el tal Santiago se aparece impartiéndonos lecciones de Derecho, tratando de convencernos con el cuento de hadas de que el contenido del NAF está pensado para proteger y resarcir a las víctimas del conflicto, y sometiéndonos, como si fuésemos incapaces, a la tutela de los gobiernos de Cuba, Venezuela, Chile y Noruega, que de hecho se han convertido en titulares de la soberanía que antes radicaba en cabeza del pueblo colombiano.

Esa abyecta claudicación configura, ni más ni menos, una traición a la patria. Pero ya no hay quien la investigue ni sancione. 

Me dice William:"Entonces, qué es lo que enseña usted ahora como profesor de Teoría Constitucional". Respondo de una: a mis estudiantes les manifiesto que nuestra materia es ya objeto de un curso de literatura fantástica, y que más les convendría leer a Borges que a Burdeau, Duverger, Lowenstein y los demás célebres y autorizados maestros que en otros tiempos les recomendábamos. Yo en realidad les enseño fantasías, como la de que el pueblo es soberano o que la Constitución es norma de normas. Pero William y el profesor Serna observan que, habida consideración del mamotreto que se pretende imponer como norma supraconstitucional, el tema deriva más bien hacia la literatura de terror, como la de Stevenson con su Dr. Jeckyll y su Mr. Hyde. 

El profesor Serna observa que también este Novísimo Derecho Constitucional podría ubicar dentro del realismo mágico de García Márquez, a lo que respondo afrirmando que ese realismo tiene escenas bonitas, como las mariosas amarillas o las mujeres que levitan, pero también cosas feas, como esos personajes que nacen con cola de marrano. No me cabe duda de que los redactores del mamotreto supraconstitucional pertenecen a esa estirpe.

Afirmo que cuando en el futuro un acucioso historiador se ocupe de lo que ahora sucede entre nosotros quizás no sepa si reír o llorar, pues vivimos una tragicomedia. Es trágico que la verdad y la justicia hubiesen sido arrojadas en La Habana para que los perros las despedazaran, pero es cómico que el no del plebiscito se hubiese convertido por arte de Bibibirloque en un sí, de suerte que lo que el pueblo soberano negó rotundamente se hubiese dizque refrendado por un congreso de tramposos.

Comentan mis contertulios el contraste que ofrece la entereza del gobernador Luis Pérez Gutiérrez frente a la blandura del gobierno central, que en todo se hinca ante la arrogancia de las Farc. Les digo que, en efecto, en Antioquia hoy tenemos un gobernador de la talla de los grandes que antaño nos gobernaron, como un Camilo C. Restrepo o un Pedro Justo Berrio. Pero se me ocurre aclarar que en realidad Berrío no fue gobernador, sino presidente del Estado Soberano de Antioquia.

Cerramos la sesión diciendo que sería bueno volver a hablar del Estado Soberano de Antioquia. Cuando me vuelva a crecer el pelo y William tenga bien afiladas su barbera y sus tijeras, tertuliaremos sobre el asunto.